Comprensión de Textos Orales
Modelo de comprensión oral
En los últimos años se ha multiplicado la bibliografía que intenta crear un modelo perfecto y estratégico de lo que supone el proceso de comprensión oral, adoptando tanto posturas psicológicas o lingüísticas como ópticas didácticas y pedagógicas.
Varios autores (entre otros: Rivers y Temperley 1978, McDowell 1984, McDowell y Stevens 1982, y Rixon 1981) proponen modelos del proceso de comprensión oral con pocas diferencias entre sí, siendo esencialmente la base del modelo el siguiente esquema:
En los últimos años se ha multiplicado la bibliografía que intenta crear un modelo perfecto y estratégico de lo que supone el proceso de comprensión oral, adoptando tanto posturas psicológicas o lingüísticas como ópticas didácticas y pedagógicas.
Varios autores (entre otros: Rivers y Temperley 1978, McDowell 1984, McDowell y Stevens 1982, y Rixon 1981) proponen modelos del proceso de comprensión oral con pocas diferencias entre sí, siendo esencialmente la base del modelo el siguiente esquema:
El proceso empieza antes de que se inicie propiamente
el discurso, con un importante conjunto de estrategias de precomprensión. Por
ejemplo, si ya hemos hablado en alguna ocasión con ese hablante sabremos cómo
se desarrolla en la comunicación, de qué temas trata, cómo habla (tono, estilo,
lenguaje, etc.), el significado personal de determinadas expresiones, etc.
También las características concretas del encuentro determinan otros puntos:
hace tiempo que no nos vemos, tenemos un asunto entre manos, etc. Además, el
hecho de hablar con esa persona es porque nos mueven unos objetivos
determinados que dirigirán la conversación y nuestra
comprensión: saber cómo está, qué ha hecho, cómo se soluciona el problema...
Junto a este primer paso en la comprensión oral
–precomprensión- tenemos información almacenada en la memoria a largo plazo y
la actualizamos antes y durante el proceso de comprensión.
Ya en plena conversación, el
receptor despliega un abanico de estrategias:
1. Reconocer. Identificamos
como propios y conocidos una serie de
elementos de la secuencia acústica: sonidos, palabras, expresiones. Podemos
discriminar los sonidos articulados pronunciados por el hablante del resto de
sonidos que captamos del contexto (ruidos, coches, pitidos, otras
conversaciones...). También somos capaces de segmentar el discurso en las
unidades significativas (fonemas, morfemas, palabras, etc.) que lo componen.
2. Seleccionar.
Entre todos los elementos reconocidos escogemos los que nos parecen
relevantes según nuestros conocimientos gramaticales y nuestros intereses, y
los agrupamos en unidades coherentes y significativas.
3. Interpretar.
Según nuestros conocimientos de gramática y del mundo en general,
atribuimos un sentido a la forma que hemos seleccionado anteriormente.
4. Anticipar. Durante
el discurso también anticipamos lo que el emisor pueda ir diciendo del mismo
modo que se realiza durante la precomprensión.
5. Inferir. Mientras
escuchamos la cadena acústica y la procesamos también obtenemos información de
otros puntos no verbales: el contexto situacional y el hablante. Observamos los
códigos no verbales que lo acompañan, su actitud y también la situación. Todos
estos datos nos ayudan a comprender el significado global del discurso.
6. Retener:
Determinados elementos del discurso que el receptor considera importantes, se
guardan durante unos minutos en la memoria a corto plazo para poderlos utilizar
al interpretar otros fragmentos del discurso. Con el discurso acabado, los
datos más generales y relevantes quedan
almacenados en la memoria a largo plazo, que los puede retener durante un
período de tiempo importante.
Para poder poner en práctica estas etapas de
comprensión oral, son necesarios e ineludibles conocimientos más o menos
globales sobre la gramática (fonología, morfosintaxis) y el léxico de una
lengua que nos permita reconocer, segmentar e interpretar enunciados
lingüísticos. De hecho cada individuo comprende el discurso oral según su
dominio gramatical y su diccionario personal.
Por
último, señalar que estas microhabilidades de la comprensión oral no trabajan
en un orden determinado, ni una es consecuencia o sucesión de la otra, sino que
interactúan entre sí a un mismo tiempo, en diversos niveles del lenguaje
(sonidos, palabras, frases, ideas, etc.). Por un lado, anticipamos e inferimos
información semántica y al mismo tiempo, discriminados los sonidos pronunciados
y les asignamos un significado según nuestra gramática. Ambos procesos
interactúan y constituyen progresivamente y entre sí la comprensión oral
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